En estos tiempos de confinamiento todos estamos encerrados en casa. Nuestra única forma de asomarnos al mundo es desde nuestra ventana. Y es desde ella desde la que nos llegan los olores del exterior.
(Si pulsas sobre las fotografías desde el móvil o tablet o pasas el ratón sobre ellas desde el ordenador podrás ver a nuestros protagonistas en su ventana y lo que ven desde ellas)
Anna Port. Sarangkot (Pokhara). Voluntaria de Nepal Sonríe. Confinada desde el final de su voluntariado en un hotel.


El 21 de Marzo tuve que acabar mi voluntariado en Bastipur, una semana antes de lo previsto, para volar de vuelta a España antes de que la situación fuera a peor y me viera atrapada en Nepal. Sin embargo, esa mañana, frente a la posibilidad de que mi vuelo se cancelase debido al cierre del país, tuve que tomar una decisión. Así que puse todas las cartas sobre la mesa y cambié mi Jeep hacia Kathmandu por un bus hacía Pokhara. Posteriormente tomé un taxi hasta las montañas del Sarangkot. Llevo aquí más de un mes y la familia del alojamiento ya es prácticamente pariwar (familia en nepalí) para mí. Despertarme cada mañana viendo la cordillera de los Annapurna hacen que sea un confinamiento bastante especial.
Desde mi ventana huele a recién llovido y a esperanza. Esperanza de abrazar a los míos pronto y a que siga lloviendo todo lo necesario para que no se sequen sitios tan bonitos como este.
Khyam Prasad. Kathmandú. Asesor legal y colaborador de Nepal Sonríe


Cuando miro desde la ventana, veo un cielo muy fresco y azul donde las nubes se mueven en un ambiente limpio y los pájaros vuelan con libertad. Siento el aire fresco que me da en la cara. Me da miedo pensar en la infección, pero tomo aire profundamente, lo que me hace sentir orgulloso: es aire fresco sin contaminación. Nunca antes el ambiente había sido así en Katmandú en toda mi vida.
Manuel Acon. Bastipur. Actual formador en terreno de las maestras de los proyectos de Nepal Sonríe


Llegué a Nepal a principios de febrero para desarrollar mi labor como formador de Nepal Sonríe en terreno, es decir, formando a nivel metodológico a todas las maestras que trabajan en los distintos proyectos de esta ONG dedicada a la educación. Desde que el gobierno decretó el confinamiento, nos vimos en la obligación de cerrar nuestra escuela infantil de Bastipur, Haseko Indreni, y paralizar todos los proyectos de Nepal Sonríe. En mi día a día me dedico a avanzar trabajo de investigación y de teoría que después seguiré explicando a las maestras para mejorar su formación. Además, en la casa de Nepal Sonríe, junto a la coordinadora estamos haciendo mejoras para que cuando lleguen nuevos voluntarios encuentren su hogar aquí.
Desde mi ventana de Bastipur, huele a contrastes
Menuka Dakhal. Hadickola (Bastipur). Maestra del proyecto After School Project de Nepal Sonríe.


Ésta es mi vista desde mi única ventana y me encanta. Puedo ver claramente mi pueblo desde aquí y lo veo precioso.
A primera hora de la mañana, los pájaros vuelan por el cielo y saltan entre los cultivos de los campos. Durante el día puedo ver a la gente trabajando en el campo y a los niños jugando en los patios. Aquí crecen distintos tipos de cereales y vegetales como maiz, arroz, coliflor, berenjena, pepino. La noche es el mometno más tranquilo, todo lo que puedo oir es el canto de los saltamontes y veo las brillantes estrellas. El olor de la tierra después de la lluvia es la fragancia que me llega por la ventana es el olor que mas me gusta del mundo.
Deva Fernández. Dhangadhi (Kailali). Voluntaria de Nepal Sonríe.


Ésta es mi tercera vez en Nepal. En las dos anteriores ocasiones, estuve todo mi tiempo en los proyectos de Nepal Sonríe desarrollando mi labor como voluntaria en un centro de desintoxicación con el que la ONG colabora, pero en esta ocasión había venido a Nepal por puro ocio. Vine a viajar y con la intención de pasar unos meses estudiando a distancia.
Estaba en Pokhara con la idea de hacer una ruta y ante la situación que se planteo con el confinamiento debido al COVID-19 y la posibilidad de no tener alojamiento en la ciudad vine a Dhangadhi a casa de una familia de conocidos a pasar la cuarentena. El único problema es que estoy a 20 horas de autobús de Katmandú y eso complica mi vuelta a España, pero por lo demás estoy cómoda y tranquila.
Desde mi ventana de Nepal, huele a café recién hecho.
Shrijana Lama. Hetauda. Trabajadora social local contratada por Nepal Sonríe


Ha pasado un mes desde que el país está cerrado y la calle en la que vivo, que es una de las más concurridas de Hetauda, casi no tiene gente. Todas las tiendas están cerradas, por lo que económicamente va a haber una gran crisis, pero en una pandemia como esta, cuando no hay mas opción, la salud es lo primero.
Durante este confinamiento, estar rodeada de cuatro paredes es agotador. Todo está cerrado y lo único que puedo percibir es la paz frente al jaleo habitual y el aire fresco que siempre suele estar contaminado. Es como si estuviéramos dándonos a nosotros mismos y al medio ambiente un tiempo para volver renovados.
Andrea Miguel. Bastipur. Actual coordinadora en terreno de los proyectos de Nepal Sonríe


Llegué a Nepal a finales de enero para desarrollar mi labor como colaboradora de Nepal Sonríe en terreno coordinando los proyectos de la ONG y gestionando el trabajo del voluntariado. Mi labor es ser el nexo de unión entre la Junta Directiva de la ONG y los proyectos en terreno. Desde que el gobierno decretó la paralización del sector de la educación todos los proyectos de Nepal Sonríe se encuentran parados y en mi día a día me dedico a hacer seguimiento de las personas trabajadoras y beneficiarias de los mismos para garantizar su seguridad durante esta pandemia. Además, junto con la trabajadora en sede de Nepal Sonríe, estoy investigando nuevas necesidades en terreno para desarrollar nuevos proyectos cuando todo esto termine.
En estos momentos, desde mi ventana huele a tierra mojada y madera quemada
Rajan Thapa. Nagarkot. Representante de la ONG nepalí Clean Nepal dedicada al cuidado del medio ambiente. Colaborador y asesor de Nepal Sonríe en el ámbito mediomabiental.


Cuando decretaron el confinamiento en Nepal regresé a mi pueblo, Nagarkot.
Aquí, nuestra actividad principal es la agricultura, así que estoy trabajando en el campo, ayudando a mi familia. Debido al confinamiento, muchos agricultores se enfrentan a problemas porque no pueden vender sus verduras: tienen que tirar los excedentes y su economía se está debilitando. Si esto se alarga mucho en el tiempo, surgirán muchos mas problemas.
Desde mi ventana huelo los huertos, el campo regado por la lluvia. Huelo a cambios que posibiliten que Nepal se limpie un poco de contaminación en estos días y aprenda a cuidar a la naturaleza para proteger su salud.
Marta Melgar Patan (Katmandú). Formadora de Nepal Sonríe. Profesora de español en Katmandú desde hace dos años.


Hace mas de dos años estuve de voluntariado con Nepal Sonríe cuatro meses y al volver a España decidí que mi etapa en Nepal no había terminado. Volví a Katmandú, encontré trabajo como profesora de español en varias academias y me instalé en Patan, un distrito precioso de Katmandú. Los dos últimos años de mi vida los he vivido feliz aquí.
Me huele a naturaleza, al canto de los pájaros, a sonrisas en cada esquina, a muchas especias, pero sobre todo me huele a los abrazos que nos quedan por dar y a las aventuras que nos quedan por vivir.